miércoles, 2 de enero de 2013

Las briznas escarlatas


Al colocar sobre las íes los puntos,
se nos hace notorio el temible rasgo
de ser protagonistas del triste hallazgo
de querernos y decidir no estar juntos.

Tan sutil ironía merece aplauso
de la poca fe que cada día lidia
con el encuentro de la amarga perfidia
de este amor que en mí causas y en ti yo causo.

Pusilánime hado tan poco oportuno
que va uniendo los caminos con retardo,
y no se nos muestra siempre tan gallardo
llegado el momento de andar de consuno.

Suelo suponer que estamos destinados
desde el principio por un lazo afectivo,
que busca siempre el instante decisivo
de trascender de estos dédalos cortados.

Y tal vez mi mente sólo pretendía
darle un concepto tan distinto a las cosas.
Mas sé que cuando tu cabeza en mí posas
no es sólo por un gesto de pleitesía.

Nos hemos sido indiferentes a veces
por pretender no cometer desatino,
y el sentimiento nos ha sido dañino
cuando en la soledad aumenta con creces.

E ilusamente damos tiempo y distancia
cuando sentimos que el corazón persuade,
siendo de la vida del otro cofrade,
sin conocer la magnitud de importancia.

Esta inefable sensación que despiertas,
la inseguridad la pone en extravío.
Veámoslo como un simple desafío
de poder mantener las puertas abiertas.

Al ponerte a observar el cielo nocturno,
no sé si, a lo mejor, tú notas mi ausencia.
O si al percibir tan cerca mi presencia,
tu corazón permanece taciturno.

Y me valgo de absurdas estratagemas
para poder obtener una respuesta.
Estoy tan cautivo que tanto me cuesta
escribirte mis misivas y poemas.

Puede que sea un tenue enamoramiento
que no me ofrece ninguna garantía,
y que alejarme de tu vida sería
un inútil e infructuoso tratamiento.

Pues tras demasiado tiempo sin saberte,
hoy sufro algo parecido a un déjà vu,
en mis acciones sigues estando tú
y hoy siento que, feliz, vuelvo a conocerte.

Construir puentes de las briznas escarlatas
que nos vinculan sin nunca haberse roto,
pues el corazón se mantuvo devoto
a aquellas sensaciones que son tan gratas.

Siempre debiste estar dentro de mi vida,
así lo estipulan las reglas del juego.
Nunca has sido un adiós, sino un hasta luego
y es hoy que puedo decirte 'bienvenida'.

Pues mantenemos un camino en común
aunque nos hayamos distanciado un poco,
ya que dentro de este devenir tan loco
seguimos siendo aquel 'nosotros'... aún.

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