sábado, 5 de enero de 2013

El principio multisecular - Capítulo 1: La magnitud de lo cometido


Todo en Miguel lo presentaba como un hombre de los más comunes… salvo el hecho de que había asesinado a Rosa. 
Su nombre de pila era Mikhail, pero como su apellido resultaba imposible de pronunciar, acabó por ser simplemente ‘Miguel’ durante el proceso. Lo vi por primera vez en un tribunal de la ciudad canadiense de Toronto, sentado a mi espalda en el banquillo de los acusados. Yo era el fiscal encargado de la acusación contra Miguel por el asesinato de una joven llegada dos años antes de Polonia, país natal de ambos.
Según el Código, se trataba indiscutiblemente de un asesinato, y el sumario policial me puso al corriente de todo lo que necesitaba para la causa. En un punto podía aquel estar equivocado, pero no es posible exigir que cada policía sea un psiquiatra: clasificaba a Miguel de anormal y definía el crimen como la evidente reacción animal de aquel al ver que la muchacha lo abandonaba.


Abogado: 
Qué me da a mí la autorización
de juzgar a este pobre acusado,
siendo sólo el fiscal encargado
de proseguir con la acusación.

Sentado tranquilo en el banquillo,
no da ni las muestras de inmutarse.
¿Será que cuenta no puede darse
que condenarlo será sencillo?

“Lo clasifica como animal
la magnitud de lo cometido.”
Reza así el sumario que he pedido
a quien dio el arresto policial.

Con un certero tiro en la nuca,
él apagó el ser de la muchacha.
Y hoy lo veo con cabeza gacha,
sabiendo su libertad caduca.

Mas, ¿es posible que un abandono
conduzca a tal grado de locura?
No lo sé, pero tiene segura
toda la compasión que le dono.

Pues sé que sólo quienes amamos
podrían herirnos de tal forma
que aflore aquella rabia sin horma
y que dichos actos cometamos.

Siempre serán súplicas al viento
querer guardarnos tanto amor.

Juez: 
Su alegato, estimado señor,
puede iniciarlo en cualquier momento.

2 comentarios:

  1. Felicidades Bruja.. hey esta buenisimo mira nunca has pensado escribir un relato pero no en verso? att tepha

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Si sabes hacer buen uso del lenguaje (sin recurrir a ofensas y/o frases cargadas de negativismo), comenta. Si no, hazlo de todos modos, pero revisa un diccionario para no parecer grotescamente ignorante y poder insultar con propiedad. Gracias por tu comentario y vuelve pronto. Tal vez la próxima vez tenga bocadillos.

P.D. No robes mis frases, porque sé dónde vives.