Mira a la patética hoja desnuda,
inquieta en su íntima espera lasciva,
buscando el hedonismo en quien le escriba
y haga realidad su pasión muda.
Vele excitarse con la mina aguda
que le recorre de forma exhaustiva,
en abstracto intercambio de saliva,
que a un voraz beso se parezca o aluda.
Con las frases correctas le estremeces,
convirtiéndote en dueño de su ser
aunque corromperle no te mereces.
A dicha hoja podrías poseer,
mas también hacer valer, ya que a veces,
sólo a veces, tiene alma de mujer.
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P.D. No robes mis frases, porque sé dónde vives.