"¡Llévame a recorrer todo este valle!",
gritó un niño montado sobre un trozo
de cartón, mientra otro, laborioso,
impulsábale por toda la calle.
Y fingía admirar cada detalle
de lo que fuera un paisaje asombroso,
hasta que el otro irrumpió en su alborozo:
"¡Cambiemos antes de que me desmaye!".
Siguieron jugando sin darse cuenta
que allá, lejos de esa infantil burbuja,
observaba quien al tiempo se enfrenta.
¿Qué pasa si la sociedad me empuja
a poner mi ingenuo espíritu en venta?
El mundo, un pajar. Mi ensueño, una aguja.