El amplio umbral de un encuentro infinito
guarda la marcha de un sueño a escondidas,
aquel terraplén de fauces, mordidas,
que dio a la razón un lapso fortuito.
Reposo eficaz, sagaz e inaudito,
sopla a la vera de causas perdidas,
inmensurable, pierde las medidas
del dulce efluvio de un tímido mito.
Se distraen a placer las miradas,
es su pueril juego, su pasatiempo
de encontrarse juntas e inesperadas.
Que de verse sin ningún contratiempo,
ya sabrán que ellas estarán situadas
en un mismo punto. Es cuestión de tiempo.