Esa guedeja que un céfiro mueve
irrumpe aun cuando mi boca te besa.
Es como tú, flemática y traviesa,
que en audaz forma a intervenir se atreve
cuando cuelgo de tu sonrisa leve.
Siendo esa su pigre naturaleza,
va a dar una vuelta y pronto regresa,
para hacer nuestra confluencia más breve.
Sea un cabello o sea una pestaña,
la tregua ha llegado a importarme un bledo
por ser tu fragancia quien le acompaña.
Para ser sincero, yo casi puedo
afirmarte que mi tacto le extraña
tanto que a veces yo mismo le enredo.