Si recorriendo el pacífico rumbo,
con contemplación siempre me acompañas:
¿por qué son las palabras tan extrañas
cuando tu voz suelta un sordo retumbo?
Renuncié a esto; sin embargo sucumbo
cuando en guiños se besan tus pestañas,
dejando en claro que también te engañas
camuflando un eufemístico cumbo.
Perdóname si aún hoy te incomodo
(aunque hacer lo opuesto juré como hombre)
con frases que no son ciertas del todo.
Mas que la indiferencia no te asombre
si surge falaz, que a ti en ningún modo
te será posible olvidar mi nombre.