Pensé que no sería suficiente
con dar el mejor aspecto de mí.
Pensaba ser un simple y baladí
renglón en los recuerdos de tu mente.
Y si a pesar, el sueño recurrente
insistía en buscar lo que perdí,
pensar dormirle a la voz del nabí
que declaraba el dolor inherente.
Y es que vivir con cruel incertidumbre
de si pensarte en demasía al verte,
se me hizo a mí tradición y costumbre.
Pero al postergar nuestro encuentro a muerte,
a lo mejor la sapiencia me alumbre
y dé cuenta que 'pensar'... no es mi fuerte.