jueves, 11 de julio de 2013

¡Oh, agur!

Un tono mediocre cubre el azur
del célico éter de la despedida,
del acre triunfo de un sentir suicida,
a razón ausente, en aciago tour.

Que fuiste un juego, y yo ávido tahúr
que tiene al amor de afición prohibida,
que aposté mi suerte, aposté mi vida,
y no me queda nada... agur, agur. 

En los típicos y propios asuntos
de la voz que se pierde en el murmurio,
debo aclarar y colocar los puntos.

Porque si el tiempo fue quien dio el augurio,
profetizando siempre vernos juntos,
'querida' mía... cometió perjurio.

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