sábado, 11 de julio de 2015

Diecisiete de noviembre

La lluvia caía obstinada y clara;
quedamos dentro de un brete de barro.
Te aislé de la humareda de cigarro
que algunos te lanzaban a la cara.

Tímida, pediste que te abrazara:
soltaste la indirecta a bocajarro.
Eso alimentó el ímpetu bizarro
latente en frunces de mi boca avara.

Mujer, sabes que en tu mente surge algo.
Sólo haz que hasta el más íntimo detalle
de tu ilusión en tu pecho se siembre.

Y permite a tu corazón hidalgo
que el procaz mío como ahora le halle
en cada diecisiete de noviembre. 

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