¿Enciende aún mi ternura las llamas
de aquel amor profano y tempestuoso,
que alguna vez llegó a ser más hermoso
que un mohíno arpegio en los pentagramas?
Guarda entonces tus hipócritas bramas
y mantén tu indiferencia en reposo,
y en la quietud de un sentir bondadoso
dirás que me quieres, dirás que me amas.
Porque yo también mis dudas inmolo
y corrijo las faltas que reclamas,
sin tanto devaneo o protocolo.
Ya no compliquemos más nuestras tramas,
yo ofrezco mi vida si tú tan sólo
dices que me quieres, dices que me amas.
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