El juez había adivinado. Miguel se disponía a hacer su defensa ante otro
Tribunal, en el cual esperaba que su alegato fuese escuchado.
Cuando me despedí, salí
con la convicción de que, en opinión de Miguel, su caso no había sido juzgado
todavía.
La noche de la ejecución
volví a visitarlo, pero no hablamos gran cosa, hasta que por fin se aproximaron
las doce y me dirigí al patíbulo con algunos funcionarios de la cárcel.
Miguel:
Ya nada a mí en este mundo me queda,
ni la más leve gota lenitiva.
Inútil será el gasto de saliva,
cuando la plegaria a mi tiempo exceda.
Por más que busque no hay nada que pueda
otorgarme razón definitiva
de poder mantener mi frente altiva
y evitar que la muerte me suceda.
El alcance del cielo tengo a tiro,
por medio de un luminoso portal
que sólo espera mi último respiro.
Impía figuración infernal,
dale a tu mórbida ruleta un giro
que me garantice el truco final.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si sabes hacer buen uso del lenguaje (sin recurrir a ofensas y/o frases cargadas de negativismo), comenta. Si no, hazlo de todos modos, pero revisa un diccionario para no parecer grotescamente ignorante y poder insultar con propiedad. Gracias por tu comentario y vuelve pronto. Tal vez la próxima vez tenga bocadillos.
P.D. No robes mis frases, porque sé dónde vives.