miércoles, 2 de enero de 2013

Dilucidar de la terna dipsómana


En tal tertulia se encontraban tres hombres
donde la hora era marcada por botellas,
de la sobriedad ya no quedaban ni huellas
y ni el cantinero sabía sus nombres.

Mis camaradas -dijo uno alegremente-
quiero externarles un agradecimiento,
por coincidir conmigo en este momento
en que la dicha desborda de mi mente.

Saben bien que no hace mucho me he casado
con quien es, de todo ser, la más hermosa.
Y déjenme decirles sólo otra cosa:
es lo máximo que la vida me ha dado.

Hoy he impregnado lo efusivo en la cerveza,
estoy como un niño con nuevo regalo.
No reconozco lo que pueda ser malo
pues esta gran fortuna apenas empieza.

Alcemos por ello, amigos, nuestro vaso,
por la ventura que está embargando mi alma.
Y aunque el festejo lo tomemos con calma,
que nos traigan otra ronda por si acaso.

Seguían tiñendo dorado los póculos
mientras la noche se encontraba en preludio.
Optó uno de ellos por gemir con repudio
y colocar en la mesa los binóculos.

Mi suerte -dijo cogiendo una guitarra-
no es la misma que la de mi compañero
pues, para serles totalmente sincero,
tengo un dolor que en mi pecho me desgarra.

Perdí a mi mujer por falta de trabajo
y se llevó a mis hijos junto con ella.
Desde entonces me refugio en la botella
y he convertido mi vida en un relajo.

Esta soledad sin duda es mi destino,
cantar a la sombra del amor que escapa.
Ser sólo un punto alcohólico en el mapa
es el trato que mi existencia convino.

Para vencer estos momentos amargos
sólo cuento con ustedes, mis amigos.
Bebamos de más mis leales testigos,
pidan otra ronda, yo pago los cargos.

La noche ya reinaba en aquellos lares
y ya sólo quedaba uno por hablar,
el que era famoso por filosofar
en el fondo profundo de varios bares.

Déjenme decirles -dijo el erudito-
que no busco que me entiendan ni entender,
pues yo vine por el gusto de beber,
ya que beber es nuestro único delito.

Ustedes en el licor buscan disfraz,
la forma de explayar lo que llevan dentro.
Mas para mí sólo es un típico encuentro
sin horario, sin historia, sin compás.

La felicidad que sea por la vida,
la tristeza por la falta de licor.
Si nos quejamos que sea del calor
o por no encontrar más tarde la salida.

Que la realidad no se nos esconda
ni cambiemos con un vaso las verdades.
Forjamos nuestras mejores amistades
al beber, con otra cerveza y otra ronda.

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