miércoles, 2 de enero de 2013

La diatriba de la floresta


Los hombres no conocen su potencial,
sugestionan sus propias limitaciones,
suelen sufrir de más con las emociones
y no reconocen lo que es esencial.

Sólo respiran aires de conformismo
y forjan un espíritu sedentario,
acoplan su existencia a rutina y horario,
se tornan de "esclavitud" un eufemismo.

¿Quién pretende coincidir con la locura
de padecer la vida sin movimiento,
pudiendo lanzar las raíces al viento
y atada la libertad a la cordura?

Soy sólo un simple árbol que en silencio añora
la destreza humana de forjar camino,
algo que no puedo y tan sólo imagino
cuando la ventisca sopla y mi alma llora.

Y en mi condena yo me pongo a pensar
que si incluso estando clavado en el suelo
busco incansable e inconscientemente el cielo,
el hombre, que es libre, es capaz de volar.

Un ser inhóspito en silueta sedente
que palpita el deseo de la aventura,
y reniega de su propio orden natura
porque le encontró a su estado inconveniente.

La inútil ilusión de abrazar la vida
y el poco valor que otros dan a la suya
hacen que mi mente de mí se escabulla
y busque de la opresión una salida.

¿Quién es capaz de mirarse en el espejo
haciendo de su aptitud un desperdicio,
convirtiendo la comodidad en vicio
y descubriendo en un árbol su reflejo?

Almas atrapadas dentro del boscaje,
anhelos que no los guía el corazón,
personas que no consiguen la razón
para no usar lo monótono de traje.

Esta tierra no dará manumisión
a los que no buscan con todo su aliento
sentir en su cara un soplido del viento,
por faltos de garra y faltos de visión.

Tantos logros cobijan al caminante
y procuran el bienestar de su vida,
pues no pone a su capacidad medida
y tan sólo piensa en seguir adelante.

Con fuerza en su temple nada le detiene,
no se vuelve esclavo de un mismo lugar.
Es lo que desea un árbol al soñar:
pies, que por falta de convicción no tiene.

¿Quién quisiera convertirse en una planta,
enterrando lo próspero en su futuro,
construyendo con su propio tronco un muro,
gritar "¡Libertad!" con silente garganta?

El temor a actuar muchas veces domina
la voluntad de realizar las cosas,
dominándola con grilletes y esposas,
y la incertidumbre se vuelve asesina.

Siempre habrá situaciones buenas y malas,
y el hombre consciente ante ellas nunca cede,
pues, a diferencia de un árbol, él puede,
a la hora de caer desplegar sus alas.

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