jueves, 10 de enero de 2013

El principio multisecular - Capítulo 6: Despedida en ocaso


Cuando volvió a su celda, era un asesino convicto y confeso, pero antes de retirarse preguntó al juez si podía decir algo y este lo autorizó.
El reo se pasó el dedo entre la garganta y el cuello de la camisa, luego el dorso de la mano por los labios, y por fin habló directamente:

Miguel:
Señor juez, usted es bondadoso,
sólo cumplía con su deber.
Lamento el tiempo hacerle perder
en este juicio tan infructuoso.

Yo merezco la muerte de fijo
por el delito que cometí.
Pero no se preocupe por mí,
siempre confié en lo que ella me dijo.

“Sin duda volveremos a vernos”,
era lo que siempre me decía.
No lo sé, ella nunca me mentía.
Ciertos han de ser sus cuentos tiernos.

Usted sin expresarme falacias,
mucho me ayudó en mi cometido.
Ahora voy a lo prometido
con ella y quiero darle las gracias.

Y usted abogado, aunque es muy joven,
no le debe afligir mi destino.
Cuide que durante su camino
jamás el espíritu le roben.

Supuestos paraísos eternos
era en lo que yo nunca creía.
Pero algo era lo que ella sabía.
Sin duda, volveremos a vernos.
  
No suelo ser de muchos amigos,
permítanme verlos como tales,
no de mis asuntos criminales
como simplemente unos testigos.

Espero que sean muy felices,
tal y como lo estoy siendo ahora.
Piensen que precederá la aurora
a aquellos días que sean grises.

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