lunes, 7 de enero de 2013

El principio multisecular - Capítulo 3: Los lamentos compartidos


Miguel la había conocido en una tertulia organizada por una sociedad polaca y en la que Rosa estaba sola, pues acababa de llegar y no conocía a nadie. Él concurría de vez en cuando a esas reuniones, mas no había hecho amigos; carecía de las cualidades que conquistan siquiera amistades superficiales. 
Esa noche, Miguel y Rosa fueron juntos a tomar un helado. Otra vez, fueron al cine, y luego empezaron a dar largos paseos; nació así una verdadera amistad entre esos dos seres que no parecían adaptarse a ningún ambiente. 
Tiempo después, Rosa fue a vivir con Miguel en un pequeño apartamento. Eso duró un año, durante el cual, según estableció la investigación, los vecinos tenían a ambos por un matrimonio tranquilo y respetado, no muy conocido en el barrio, es cierto, pero sumamente unido.


Rosa:
Es tan difícil ser una parte
en una sociedad inclemente,
a sabiendas que en ningún ambiente
esta angustia alguien la comparte.

Entre tantos sentirme tan sola,
el precio de un sueño postergado.
La frivolidad de lo pasado
me tiene entra las patas la cola.

Quiero persuadir esta agonía
y no vacilar ante lo incierto.
¿Mi nao se dirige a algún puerto?
Miguel y Rosa:
Sólo quiero ver luz de otro día

Miguel:
En un descuido de la impotencia,
he encontrado un rostro de mujer
en un sueño aún sin entender,
coincidiendo junto a mi presencia.

¿Qué razones dicta el corazón
al sentir de dos desconocidos?
Más que los lamentos compartidos,
para nuestra amistad no hay razón.

Miguel y Rosa:
El destino seguirá mintiendo,
dando perjurio a nuestro favor.
Porque para las cosas del amor,
las excusas seguirá teniendo.

Jura que nunca me dejarás.
Juro que nunca te dejaré.
Porque sabrás y siempre sabré:
conmigo, hasta la muerte, tú irás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si sabes hacer buen uso del lenguaje (sin recurrir a ofensas y/o frases cargadas de negativismo), comenta. Si no, hazlo de todos modos, pero revisa un diccionario para no parecer grotescamente ignorante y poder insultar con propiedad. Gracias por tu comentario y vuelve pronto. Tal vez la próxima vez tenga bocadillos.

P.D. No robes mis frases, porque sé dónde vives.