¿De qué le sirve el fulgor a la aurora,
si sólo por verle nadie amanece?
Demasiado el alba a ti se parece,
pocos saben lo que tu cuerpo implora.
¿De qué sirve lo níveo a un angora
turco, si nadie enfangarle merece?
Demasiado en ti el narcisismo crece,
aislándote de quien te amaba otrora.
Hemos diferido un mismo episodio
persiguiendo la atención a tu mando:
Lo mío era el suelo. Lo tuyo, un podio.
Pero me di cuenta (aún no sé cuándo)
que un solo paso hay del amor al odio.
Y solamente seguí caminando.
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