Sé que debo andar con suma cautela,
que inoculas efectos alienantes
en la mente de todos tus amantes,
cándidas presas de tu corruptela.
Que tu efigie miradas encarcela
entre rasgos y curvas dominantes...
mas yo conozco todo tu ardid de antes,
y me resulta inocuo, bagatela.
Porque recorrí aquel rumbo nocivo:
el que camuflas con tus manos tercas.
Y debo decir que aun siendo nefasto,
en él aprendí a sentirme más vivo.
Y aunque quiera, sé que si te me acercas
en tu boca el corazón me desgasto.
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