lunes, 11 de agosto de 2014

La travesía

Uno. Se apagó la luz de tu cuarto,
quedando ya nulo cualquier destello.
Guiome aquel alabeo en tu cabello,
sagaz partícipe de aquel reparto.

Otro. Al borde del camino me aparto,
a tomar aire, calmar el resuello. 
Voy por el hemistiquio de tu cuello
y no alcanzo el verso decimocuarto.

Puede que pronto necesite ayuda
de un aticismo (con dirección poca)
para avanzar sin que el tiempo me eluda.

Que aún me apetece, aún me provoca,
transitar en toda tu piel desnuda
las catorce rimas hacia tu boca.

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P.D. No robes mis frases, porque sé dónde vives.