viernes, 9 de agosto de 2013

Navegante

Guíame, como mareta del ponto
me dejo llevar, tan adrede, aposta.
La tierra es débil y la gleba angosta,
excede a ambas mi volitivo monto.

Yo pequé de ingenuo, pequé de tonto,
de este amor náutico desceñí la osta.
Hoy busco abitar, en la misma costa,
lo que no es tarde, lo que no fue pronto.

En tu agua clara, de relente mondo,
perdí el sueño de natura incauta
al sólo despertar un apego hondo.

Hoy debo seguir la corriente y pauta,
sólo arrumbar, ya sin temor al fondo,
la singladura: tú, mi Argo, yo, el nauta.

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