sábado, 1 de noviembre de 2014

Invisible

No quisiste llorar. No ante mis ojos. 
De modo que opté a obcecadas estafas:
mi vista aplaqué y te quité las gafas;
le di tiempo a tus íntimos cerrojos.

Lacrimales tornaron tus ya rojos
pómulos de delicadas piltrafas.
Mi dedo adecentó esas aguas zafas
que el amor pasado soltó a manojos.

Esa timidez sólo es la resulta
de este mundo carente del deseo
de mostrar la dicha que tiene oculta.

Y aun siendo invisible en un parpadeo,
sentirte en nada se me dificulta:
si no eres nadie, ¿cómo es que te veo?

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