sábado, 1 de junio de 2013

Estadía

Cédeme tu tiempo (el mío te entrego),
como el óbolo que se da a un mendigo,
como el peculio que lleva consigo
un alma errante sin ningún sosiego.

Argúyeme las reglas de tu juego,
que aún no sé si me quieres contigo,
porque cada vez que yo te persigo
me explicas la linfa mientras me anego.

Algo mutuo en mis brazos te envolvía
sin saber muy bien cuál era el porqué,
mas en nada concreto resolvía.

No tengo la certidumbre, la fe,
de si prepararte en mí una estadía
o un voluble y contingente café.

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